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Com desenvolupar la intel·ligència emocional en nens i per què és tan important?

Com desenvolupar la intel·ligència emocional en nens i per què és tan important?

La ira, la alegría, la tristeza… Todas ellas son emociones que los adultos hemos aprendido a manejar desde la infancia. Y es que esta etapa es crucial para el desarrollo y la gestión de dichas emociones, algo que se tiene especialmente en cuenta en el ámbito de la educación infantil. Por eso, hoy en Linkia FP queremos abordar la importancia de la inteligencia emocional en niños

 ¿Por qué es tan importante la educación infantil? 

 

La importancia de la Educación Infantil y sus enseñanzas durante esta primera etapa vital son una base fundamental para el desarrollo saludable de los seres humanos, individualmente y en sociedad. Una afirmación que, con el pasar de los años, se sostiene con mayor fuerza. 

La forma en que un niño progresa físicamente sigue una secuencia común: el niño nace, gatea, camina, habla, etc. Sin embargo, su desarrollo en el ámbito emocional y la formación de su personalidad no son procesos tan sencillos. 

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 ¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional en niños? 

 

Cuando las emociones se intensifican, las personas hacen y dicen cosas que normalmente no harían o dirían. Y, lógicamente, uando se es un niño, esto sucede con más frecuencia de lo habitual. La inteligencia emocional ayuda a los más pequeños a poder ‘autorregular’ esas emociones y a gestionarlas correctamente. A continuación te vamos a dar unos consejos para que sepas cómo afrontar el desarrollo la inteligencia emocional en los más pequeños

 

 1. Aceptar las emociones 

Uno de los primeros aspectos que hay que enseñar a un niño pequeño es aceptar sus emociones. La autorregulación emocional es un componente importante de la inteligencia emocional: es la capacidad de gestionar tanto la propia experiencia como la expresión de las emociones. Con la práctica y el pasar del tiempo (con sus consiguientes experiencias), los niños mejoran su capacidad de autorregulación emocional. 

A los cuatro años, la mayoría de los niños comienza a utilizar estrategias para eliminar los estímulos externos perturbadores, como cubrirse los ojos cuando tiene miedo. Ayudarles a aceptar sus emociones a base de expresarlas y no de reprimirlas es el primer paso para lograr el éxito. 

 

 2. Llamar las emociones por su nombre 

Los niños necesitan saber reconocer cómo se sienten. Una manera de ayudarles a hacerlo consiste en ponerle un adjetivo a cómo se sienten en cada momento.  Por ejemplo, si el niño está molesto porque ha perdido en un juego, habría que decirle: “Parece que estás enfadado por perder, ¿estás bien?” o en el caso de que esté triste, podría preguntársele: “¿Te sientes decepcionado por haber perdido?”.

Las palabras emocionales como “enfadado”, “molesto” o “tímido” pueden ayudar al niño a construir un vocabulario para expresar sentimientos. No hay que olvidar tampoco compartir las palabras para las emociones positivas, como “alegre”, “emocionado”, y “entusiasmado”.

 

 3. Mostrar empatía 

Otro aspecto que conviene tener en cuenta para ayudar a los más pequeños a controlar sus emociones es mostrar empatía con ellos. Minimizar las emociones suele ser un enfoque habitual, pero no es la actitud más adecuada. Los comentarios despectivos le enseñarán al niño que la forma en que se siente es incorrecta. El objetivo debería ser el contrario: hay que inculcarle que no hay nada de malo en mostrar las emociones y que todo se puede hablar. 

Como venimos diciendo, la inteligencia emocional consiste en enseñar a los niños a dentificar sus emociones. En ese sentido, hay que saber que ciertas emociones, como puede ser la ira, son una reacción del pequeño contra emociones más profundas, como el miedo, el dolor, o la tristeza. Así, la ira es un mecanismo de defensa de los niños. De ahí que sea muy importante empatizar con el niño cuando tenga ese tipo de emociones, y animarle a comunicarse.

4. Aprender a controlar las emociones 

Es posible (de hecho, probable) que los niños no hagan siempre lo que los adultos dicen, pero, a pesar de ello, los adultos son sus referentes en muchos aspectos. Precisamente, uno de ellos es la manera en la que se pueden gestionar las emociones. Y es que los más pequeños aprenden a hacerlo por imitación. Cuando un adulto en un momento de frustración mantiene la calma, le está enseñando al niño que es posible hacer lo mismo

Una vez que los niños comprenden sus emociones, necesitan aprender a lidiar con esas emociones de una manera saludable. Saber calmarse, animarse o afrontar sus miedos puede resultar complicado para los más pequeños. Así que aquí entran en juego las herramientas que se les pueda inculcar para ayudarles a calmarse. Una forma de hacerlo es pedirles que respiren hondo.

Esperamos que este acercamiento a la importancia de la inteligencia emocional en los niños te haya resultado interesante e inspirador. Por nuestra parte, no nos queda más que decirte que te esperamos en nuestro grado para seguir compartiendo contigo la ilusión por mejorar la educación de nuestros pequeños.

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